HISTORIA DE LAS ORQUÍDEAS
Las orquidáceas constituyen la familia más numerosa de todo el reino vegetal. Se estima que son más de quince mil las especies que forman esta familia de monocotiledóneas (flores cuyas semillas tienen un solo cotiledón). Pueden ser terrestres, epífitas o parásitas. Incluso es difícil distinguir las orquídeas entre sí ya que sus diferencias, muchas veces son mínimas.
Esta es una de las plantas de las que se decía que tenían virtudes rejuvenecedoras (al igual que la mandrágora).
En su nombre está su secreto. Tiene un significado etimológico que hacía ruborizarse a las jóvenes casaderas de la época de la reina Victoria: la palabra orquídea en latín significa "en forma de testículo" (la voz latina "orchis" quiere decir testículo y el sufijo "dea" "en forma de").
Algunas variedades de orquídeas machos tienen dos tubérculos redondos que se parecen excesivamente a los órganos de reproducción masculinos. El botánico belga De Puyrd cuenta en su diario que al dedicar su libro sobre las orquídeas a la reina María Enriqueta de Bélgica, en 1880, evitó dar explicaciones sobre la etimología del nombre para no ofender los castos oídos de su Majestad.
En la antigua Grecia, Dionisos-Baco vagaba por los bosques y prados acompañado por una corte de muchachas, las alegres bacantes, y de sátiros. Un día, un incauto joven llamado Orchis, vio pasar el cortejo y se enamoró de una de las bacantes. En lugar de conformarse con admirarla de lejos intentó forzarla. Ella. furiosa, escapó de su abrazo y convocó a leones, tigres, panteras y otras fieras salvajes, que lo destrozaron inmediatamente. Una vez hecha la escabechina, la joven se arrepintió, pero ya era tarde. Sólo le quedaba implorar a los dioses, que, conmovidos, transformaron al desgraciado joven en una bellísima flor: la orquídea. Desde entonces se ha convertido en el símbolo del amor apasionado, sensual e irresistible y en uno de los componentes fundamentales de los aliños afrodisíacos.
De hecho, los árabes cultivaban orquídeas porque conocían sus propiedades estimulantes. De los tubérculos, secos y triturados, se obtenía una harina llamada salep (en árabe sahlap), muy renombrada antaño, sobre todo en Oriente, por sus virtudes nutritivas, rejuvenecedoras y afrodisíacas; se pagaba a precio de oro al considerarse un óptimo remedio para la impotencia. Con el salep, árabes y turcos preparaban una bebida que nunca faltaba en cualquier harén que se preciase de tal, ni se echaba en falta en la mesa del sultán.
Los primeros ejemplares de orquídeas llegaron a Europa desde Estambul en el siglo XVIII y fueron muy apreciados, sobre todo por los ingleses, tan severos y puritanos ellos. Pero según todos los indicios era mucho más la fama que los efectos.
Algunas de las variedades de orquídeas terrestres que existen, desarrollaron tal grado de mimetismo que son capaces de ser confundidas por animales. Es el caso de la "orquídea abeja" de Chipre, que imita con uno de sus pétalos la apariencia de la especie de la abeja femenina para atraer con este engaño a la abeja macho que la poliniza. El mimetismo es tan exacto que ninguna otra especie de abeja, se siente atraída por ella. La flor además, hace proposiciones sexuales a las abejas macho liberando una señal química o feromona, muy similar a la que emiten las hembras sexualmente receptivas. Cuando la abeja macho se acerca a esta flor atraída por su forma y su olor, intenta copular con ella introduciendo su abdomen en la orla de pelos largos del extremo del labio. Obviamente no lo consigue, pero durante el proceso el cuerpo de la abeja queda impregnado de polen y cuando se vaya a otras plantas, éstas quedarán fecundadas.
La naturaleza es tan sutilmente sabia que no hay maestro que la iguale.
En ciertos tratados de medicina mágica china hacen referencia a los "baños de orquídea". Por alusión a los baños, también mencionan baños de excrementos, utilizados para aliviar a los posesos de la presencia de entidades enojosas. Al parecer, ni los demonios podían soportar el hedor de aquellos líquidos.
A partir de la Edad Media, los herbarios contenían instrucciones para elaborar el "agua de satirión" compuesta a base de orquídeas. Recibía ese nombre porque provocaba los desenfrenos propios de un sátiro en aquellos que la bebían. De hecho Jerónimo Braunschweig, decía en su "liber de arte destillandi" que: "causa gran calor, por lo cual, induce a la lujuria del acto de la generación y estimula la secreción de esperma".
Son varias las especies de Orchidacae que reciben el nombre de satirión, pero hay que destacar el satirión manchado (Orchis mascula) por ser el favorito de los magos y hechiceros, especialmente por sus propiedades afrodisíacas.
El botánico inglés Tumer afirma que todas las variedades de la planta tienen una doble raíz que se altera cada año: "cuando una crece y se desarrolla totalmente, la otra se marchita y languidece". La raíz desarrollada excita poderosamente las pasiones, pero la marchita produce exactamente el efecto contrario. Otro botánico. John Gerard, está de acuerdo y confirma que la mayoría de las plantas se empleaban para excitar las pasiones amorosas. Algunas de ellas eran llamadas "serápidas" porque "varias producen flores que se parecen a las moscas y a otros insectos prolíferos y lascivos que toman su nombre de Serapis, el dios de los ciudadanos de Alejandría, y el cual tenía un templo muy famoso en Canope".
El filósofo y botánico griego Teofrasto (siglo IV a. C.), discípulo de Aristóteles, asegura que una decocción de flores de Orchis morio, con leche de cabra faculta a quien la ingiere para proceder a dos docenas de ayuntamientos completos y consecutivos (y eso sin exagerar!!).
Como muchas veces los nombres vulgares son más expresivos y descriptivos que los nombres cultos, con esta flor han estado sembrados: al satirión se le ha llamado también copañón o cojón de perro.
El satirión manchado u orquídea macho (Orchis mascula) florece entre los meses de abril y junio, pero las hojas moteadas pueden verse a veces a partir de enero.
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