PLANTAS MÁGICAS
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domingo, 9 de noviembre de 2014

EL ESPÍRITU DEL BOSQUE O GREEN MAN


El Hombre Verde ha tomado muchas formas a lo largo de los años y ha sido visto por algunos como un simple motivo decorativo más que como un símbolo del espíritu de naturaleza.

Algunos sugieren que con la hipótesis de Gaia, en el que existe la idea de que la tierra es un solo organismo vivo, es decir, la Gran Madre (la parte femenina), también hay un segundo aspecto complementario. Este aspecto es la parte masculina, el hombre verde. El hombre verde representa la vida incontenible. Muestra la unidad que existe entre el hombre y la vegetación, las leyes que rigen secretos de la naturaleza, la fertilidad, y la simetría inclasificable y salvaje inherente a la naturaleza. Tiene muchas apariencias, pero en todas ellas, universalmente es el símbolo de la renovación y el renacimiento continuo, como es la función primordial de la naturaleza.

 
Al mismo tiempo, la atracción que la gente tiene hacia la figura  verde recubierta de hojas parece expresar una  necesidad humana de integrarnos en la naturaleza. ¿Cuál es el vínculo entre nuestra existencia y la misteriosa criatura híbrida humano-planta que se puede encontrar en bosques, edificios eclesiásticos y seculares? ¿Qué es esta atracción? 

 
Está claro que los humanos sienten necesidad de vincularse con el mundo natural y sobrenatural de muchas maneras. En los tiempos modernos, algunos de estos caminos son costumbres populares; pero el folclore es un cuerpo fluido y en constante evolución de las representaciones culturales y no se detiene en cualquier momento, lugar o evento. El folclore continúa evolucionando y desarrollándose en nuestra sociedad contemporánea y es tan significativo como el saber popular y las tradiciones que son tan viejas como el tiempo mismo.
 
 

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domingo, 20 de julio de 2014

EL LAUREL PLANTA MÁGICA Y MEDICINAL


Las hojas y el fruto de Laurus nobilis, el laurel, aún son muy usadas como hierba culinaria y como remedio medicinal.
 
Esta planta de hoja perenne de la familia de las laureáceas, que es oriunda de la región mediterránea, no se menciona por su nombre en la Biblia. Es éste un hecho que no deja de sorprender, pues los antiguos israelitas sazonaban su comida con hierbas y especias, y es seguro que estaban familiarizados con las hojas de laurel.

 

Posiblemente el laurel sea el árbol al que se refiera el Salmo cuando dice:
 
“Extenderse como árbol vigoroso” (Salmos 37, 35).
 
Es interesante señalar que la Biblia de Casiodoro de Reina si menciona el laurel, y traduce así éste versículo:
 
“… y que se extendía como laurel verde”.


Nos encontramos ante un árbol de follaje persistente, de color verde oscuro, con tendencia a formar tupidos matorrales y que puede alcanzar hasta 10 metros de altura. Su tronco es duro, robusto; sus flores pequeñas y verdosas; sus frutos, de color azul negro.

El laurel es de ascendencia divina: era el árbol consagrado a Apolo, dios de las Artes y del Sol. En la antigüedad, para los romanos era el símbolo de la más alta distinción honorífica: con sus hojas se ceñía la frente de los cónsules victoriosos, de los orgullosos emperadores, de los héroes valerosos. Más tarde se hizo lo mismo con los poetas.


La palabra “laureado” viene de laurel; así era coronado aquel quehabía  terminado un determinado ciclo de estudios.

Apolo, el galán que cortejaba a la ninfa Dafne, al comprobar su fracaso, le dijo entonces:
“Si no puedes ser mi amante, me serás consagrada eternamente. Tus hojas estarán siempre verdes y con ellas me coronaré”.

Así se consiguió que la ninfa Dafne y el laurel pasaran a ser una misma cosa y se consagrara éste árbol de hoja perenne al dios Apolo.

 
La Pitia (sacerdotisa de Apolo) estaba encargada de entregar la respuesta de los dioses a aquellos que consultaban el famoso oráculo de Delfos. Antes de recibir la inspiración sacudía un laurel que crecía cerca y a veces masticaba las hojas con las cuales aparecía coronada. Se decía que la rama del laurel confería a los profetas la facultad de ver lo que estaba oscuro, y se creía que el árbol tenía la propiedad de producir un sueño de visiones.


John Evelyn dice:
“Los profetas y adivinos durmiendo sobre las ramas o lechos de las hojas, hallaban que el laurel estimulaba grandemente la fantasía y facilitaba seguras visiones y que lo primero era especialmente eficaz para inspirar el estro o entusiasmo poético”.

 
Desde tiempos de la Roma antigua se creía que éste árbol poseía poder para proteger contra golpes de relámpago, enfermedades, brujas, el diablo y la mala suerte.


   Cuando todos los laureles de un país se secan, es presagio de que el rey de aquel lugar morirá pronto. Es de mala suerte quemar madera de un laurel.

 Dice Dioscórides:

"Del laurel ay una especie que haze la hoja estrecha: y otra que la produze ancha; mas entrambastienen virtud de calentar y ablandar. Por donde su cocimiento, si se sientan sobre el, es muy util a las passiones de la madre, y de la vexiga. Sus hojas verdes, ligeramente constriñen: las quales majadas y puestas en forma de emplastro, valen contra las puncturas de las abispas, y abejas. Bevidas enternecen el estomago, y le provocan a vomito. Las vayas tienen mas fuerça de calentar, que las hojas (...) valen contra todos los humores que destilan al pecho. Instílase cómodamente su çumo como vino añejo, y azeyte rosado, contra la difficultad del oyr, y contra los dolores de los oydos. Mezclanse en laas medicinas que mitigan cansancio. La corteza de la rayz rompe la piedra".

 

"Consagraron los antiguos el laurel al dios Apolo: e con el se coronavan en los tiempos passados, todos los Emperadores de Roma: para el qual effecto (segun cuentan las romanas historias) un aguila enbiada de Iupiter, dexo caer en el regaço de Drusila, muger de Augusto, una gallina muy blanca: la cual llevaba en el pico un ramillo de laurel cargado de vayas muy olorosas. Coronavan tambien con laurel antiguamente a todos los vencedores: e como el olivo era señal de paz, ansi siempre el laurel significaba victoria. Todos los escriptores confirman, que el laurel jamas fue, ni puede ser, sacudido de rayo: por donde Tiberio Cesar, siempre que sentia tronar, se ponia en la cabeça una guirnalda Laurina: dado que en nuestros dias el año 1539, aqui en Roma se vio la contraria experientia, quando en el palatio del Duque de Castro, cayo un impetuosisimo rayo, e quebranto un muy hermoso laurel, lo cual se tuvo por muy infeliz agüero".

 
En nuestros días, el laurel ya no se ve en la frente de los poetas y de los todopoderosos, sino en los guisos, donde desempeña un papel de primera magnitud. En las zonas rurales, el laurel se utiliza para ahumar los jamones. No olvidemos tampoco que el laurel es un excelente antiséptico; antaño, en las épocas de las grandes epidemias, se quemaba laurel para alejar las miasmas circundantes. El laurel posee las virtudes del tomillo, de la salvia y del romero.
 

El laurel es aperitivo, eupéptico (facilita la digestión) y carminativo (elimina los gases del conducto digestivo). Conviene pues a los inapetentes y a los que padecen digestiones difíciles o pesadas. Es suavemente diurético, emenagogo (estimula la menstruación) y regulador del ciclo menstrual.
 
Aplicado externamente es muy efectivo como antirreumático y antiinflamatorio. El aceite de laurel y el bálsamo que se prepara con sus hojas se utilizan en fricciones para aliviar tortícolis, lumbalgias, ciáticas, torceduras de tobillos y otros dolores de huesos y músculos.
 
El aceite de laurel se prepara dejando macerar durante 10 días al sol 30 g. de hojas de laurel en un litro de aceite de oliva.
 
Para preparar el bálsamo antirreumático, se machacan 100 gramas de bayas de laurel y se hierven durante 10 minutos en un poco menos de medio litro de agua. Después se exprimen con un paño. Cuando se enfrían queda una capa de grasa flotando. Este es el bálsamo con el luego masajearemos las zonas doloridas. Lógicamente, este preparado no es comestible, las bayas del laurel son tóxicas para consumirlas.
 
El laurel se utiliza en dosis homeopáticas contra la tos, las palpitaciones, los dolores de estómago, los vómitos.
 



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lunes, 14 de julio de 2014

TODO SOBRE EL GINKGO BILOBA

 
La hoja de este árbol de Oriente
que ha sido confiado a mi jardín
invita al iniciado a meditar
y a edificarse con su misterio

¿Es un solo ser viviente
que se divide en dos?
¿O son dos que se eligen
para no ser más que uno?

Creo haber encontrado
la respuesta al enigma:
¿No sientes tu en mis palabras
que yo soy uno siendo dos?

Johann Wolfgang Von Goethe

 
El Ginkgo es un árbol antediluviano. Solo había sobrevivido en una pequeña región de China al abrigo de las catástrofes naturales y los cambios climáticos de los últimos milenios. De allí lo rescató el hombre para cultivarlo, lo redistribuyó por el mundo y después de mucho tiempo descubrió sus propiedades curativas.

Los chinos que al parecer llevan cultivando el ginkgo desde el siglo XI d.C. no tardaron en incluirlo en su lista de plantas medicinales imprescindibles. La principal causa de esta aceptación no fue la impresionante antigüedad de la especie –entonces desconocida-, sino la robustez y proverbial resistencia del árbol. Sus hojas, que parecen dos abanicos divergentes o inseparablemente unidos, reflejan el principio de la filosofía china: la teoría del yin y el yang.
 
 
Se trata de la representación de lo masculino y lo femenino, y la ley de los polos opuestos que todo lo engendran y todo lo rigen. Se comprende fácilmente que los chinos, al igual que harían luego los japoneses, veneraran el ginkgo por sus cualidades insólitas. Además, solían atribuirle poderes curativos y mágicos.

Es un árbol venerado y lo plantan cerca de las pagodas y los templos ya que según una antigua leyenda, es un escudo contra el fuego.

 
Tanto en China como en Japón, sus frutos teñidos de rojo, se regalaban (y se regalan) a las parejas recién casadas.
 
 
En consecuencia, los tratados sobre el ginkgo aparecen en todas las obras importantes de la medicina china redactadas a partir del siglo XI. En estos libros se recomiendan especialmente las semillas, por ser un remedio de múltiples aplicaciones. Estas afirmaciones figuran en el Pent-t’sao hang mu de Li Shizen (1518 – 1593), que es la enciclopedia clásica de la ciencia médica en esta tradición. También podemos encontrarlas en cualquier otra obra, ya sea anterior o posterior, sin importar la escuela científica de la que provenga. Sin embargo, curiosamente, el ginkgo no figura en la actual farmacopea oficial de la Republica Popular China.

 
Hay que conocer la visión filosófica de los chinos respecto al hombre, su naturaleza y sus enfermedades, para comprender porqué los granos del ginkgo eran tan apreciados para el tratamiento de diferentes dolencias. Su cubierta carnosa se prescribía para el asma, la tos, las irritaciones de la vejiga, las supuraciones oculares y el cáncer. Además, se administraba como digestivo, o incluso para suavizar los efectos de la alcoholemia y combatir el alcoholismo.

En ese mismo contexto debe entenderse su aplicación como agente de purificación interna.

La medicina tradicional china considera que el fruto y su carne constituyen un remedio eficaz para eliminar las inarmonías del meridiano vesicular. La armonización de este meridiano no sólo fortalece los riñones, sino que también ayuda a superar la enuresis nocturna en los niños. Otra de sus virtudes es aliviar los casos de tenesmo vesical (la necesidad de orinar con frecuencia acompañada de dolores). Restablecido el armonioso flujo de energías en el meridiano, el paciente aprecia también otras mejorías. Ejemplo de esto es el aumento de deseo sexual, de la potencia y la producción de esperma. De un modo indirecto, incluso se puede inducir un efecto positivo sobre el meridiano correspondiente al oído; razón por la cual los médicos chinos también recetaban el ginkgo contra la sordera.

 
Incluso la tuberculosis y la viruela solían tratarse, en épocas anteriores, con extracto de líquido obtenido de sus frutos. La medicina china actual emplea diversos preparados con ginkgo, considerados muy eficaces, para curar los estados de nerviosismo e inquietud.

En este contexto también resultan interesantes unos informes recientes, elaborados por médicos de ese país, sobre los logros obtenidos en la curación de la tuberculosis. Soy unos resultados muy alentadores, teniendo en cuenta que esta enfermedad infecciosa, que se creía exterminada, ha vuelto a brotar en muchos lugares, desarrollando una cepa de bacterias extremadamente resistente que no reacciona frente a los antibióticos actuales.

 
Las recientes investigaciones de los laboratorios farmacéuticos corroboran los datos chinos, constatando que el extracto obtenido de las semillas del ginkgo parece impedir el crecimiento de las bacterias de la tuberculosis.

En Japón la medicina popular recurría al ginkgo sobretodo por sus conocidos efectos sobre la fertilidad y la lactancia materna. Pero no solían utilizarse las hojas en las preparaciones medicinales. Excepcionalmente, aparecían en ciertas aplicaciones:

-Como apósito sobre las heridas, para agilizar su curación.

-Como cataplasma contra los sabañones, cocidas y en forma de puré.

-Como ingrediente de algunas infusiones medicinales.

Las virtudes de la planta llegaron a ser tan conocidas en Oriente que, tanto en Japón como en China se recolectaban los frutos inmaduros del ginkgo y, una vez liberados de su envoltorio carnoso y tras machacarlos hasta quedar pulverizados, se utilizaban como un detergente casero.

 
En Europa, sin embargo tuvieron que pasar 200 años desde la introducción de la especie para que las propiedades terapéuticas de la planta interesaran a alguien.

Hasta entonces sólo había sido estudiada por sus extrañas características botánicas. Aunque a principio del siglo XIX, De Candolle invitó a los químicos a analizar a fondo los componentes del ginkgo, solo llegaron a publicarse algunos resultados fragmentarios. El estudio trataba de los análisis efectuados al aceite extraído de los frutos.

Desde luego, el interés del botánico suizo no se centraba en los posibles usos terapéuticos de este fósil viviente. Más bien se preocupaba por su parentesco con algunas de las especies vegetales actuales. Sobre todo pretendía demostrar el acierto de su teoría:

“Las sustancias producidas por las plantas de una especie, tanto en sus frutos como en otra de sus partes, deben ser iguales o muy parecidas a las que crían los ejemplares de especies estrechamente emparentadas desde el punto de vista botánico, tanto por vínculo evolutivo directo como colateral”.

De Candolle denominó “aceites fijos” a los líquidos extraídos, y sostenía que estos “jugos vegetales” y los “órganos análogos” serían tanto más parecidos cuanto más estrechamente emparentadas estuvieran las especies.

La teoría del botánico fue consolidándose en la segunda mitad del siglo XIX, gracias al análisis comparativo de muchas especies vegetales. Pero nadie investigó los componentes químicos del ginkgo hasta 1928, cuando unos científicos japoneses descubrieron dos de las sustancias activas que éste producía: el ácido ginkgólico y el bilobetol.

Pocos decenios antes, en Europa se cuestionaban los posibles efectos medicinales del ginkgo. El Manual de Farmacognosia de Georg Christian Wittstein, publicado en 1882, marcaba con un signo de interrogación sus dudas a cerca del poder curativo atribuido a los frutos. (La farmacognosia es el conocimiento de los efectos terapéuticos producidos por elementos vegetales y otras sustancias).

La Enciclopedia Farmacéutica de 1905, aunque era un compendio de todo el saber farmacológico de la época, tampoco ofrecía mucha información sobre el ginkgo.  Sólo indicaba el empleo del fruto contra las dolencias gástricas, la posibilidad de extraer aceite de las semillas y la afirmación de que los frutos contenían un potente ácido, extremadamente irritante para la piel. A su vez, Las Materias Primas del Reino Vegetal fue una obra en varios tomos que se publicó poco antes de que se conocieran los resultados del primer análisis riguroso de los componentes del ginkgo. En ella, el químico Julius Von Wiesner, se limitó a informarnos que los frutos contenían aproximadamente: un 6% de azúcar, un 1% de glucosa y un 62% de almidón. Esta observación resultaría incorrecta a la luz de los conocimientos actuales.

Fue el químico japonés Furukawa quién consiguió determinar la estructura química del ácido ginkgólico y el bilobol. Son precisamente estos dos compuestos, similares al fenol, los que confieren al jugo de los frutos su gran poder irritante. Según demostraron los análisis del científico, docente de la universidad de Tokio, el jugo contiene además “unos potentes insecticidas y ciertas sustancias llamadas flavonoides”.

 
Los resultados de su investigación crearon la esperanza de poder elaborar un medicamento con los flavonoides del ginkgo. Se trataría de un fármaco que activara con eficacia la circulación sanguínea. Pese a las expectativas, tuvieron que pasar varias décadas hasta que, en los años 50, una empresa alemana se dedicara seriamente y con éxito a la investigación de este campo.

Hoy en día se utilizan las hojas del ginkgo en la elaboración de fármacos. Se cosechan poco antes de su caída otoñal, debido a que su contenido en sustancias activas aumenta constantemente en el transcurso de periodo vegetativo, y alcanza su punto máximo justo antes de que el follaje pierda su color verde intenso.

Las hojas se emplean recién recogidas, o desecadas y prensadas en fardos para evitar que fermenten por contacto con el aire. Este proceso natural, provocado por la humedad, destruiría parte de sus delicados componentes químicos.

 
Su Aplicación Homeopática

La homeopatía emplea sólo las hojas del ginkgo, aplicándolas en forma de tintura básica con sus diferentes potencias. Se utiliza contra los dolores de cabeza y el tratamiento de la amigdalitis. Sin embargo, no figura entre los remedios más recetados. Por eso mismo, conviene que no se hagan experimentos en esta materia, a no ser que se tengan conocimientos avanzados sobre la materia. No hay que olvidar que las medicinas homeopáticas son unos fármacos eficaces, aunque se obtengan diluyendo los principios activos. En consecuencia, es indispensable primero realizar un cuidadoso diagnóstico basado en los síntomas.

La tintura básica del ginkgo es una esencia basada en alcohol que se va potenciando según unos pasos y métodos muy definidos. Para conseguir las distintas potencias, se combina una parte de la sustancia básica con 10 (potencias D), 100 (potencias C), o 50.000 (potencias Q o LM) partes de alcohol. Elaborada así la primera potencia, se procede de la misma manera para preparar la segunda. Continuando del mismo modo, pueden alcanzarse potencias de 1.000 o superiores. Según el médico y químico alemán Dr. Samuel Hahnemann, considerado el padre de la homeopatía, este procedimiento potencia la efectividad del fármaco pese a que en proceso se diluya cada vez más la sustancia activa.

En China, aparte de sus virtudes curativas en el tratamiento de enfermedades pulmonares como la tuberculosis, esta planta era apreciada como afrodisíaco, para curar heridas, combatir la fatiga, la depresión y los estados de inquietud.

Al menos estas últimas aplicaciones terapéuticas pueden comprenderse desde nuestro punto de vista occidental, porque están relacionas de alguna manera con la circulación sanguínea. Y es precisamente en este punto donde el ginkgo despliega sus virtudes principales: al mejorar la irrigación de los tejidos y órganos, alivia o hace desaparecer los más diversos síntomas.

La Comisión para la Admisión de Fármacos (Alemania), ha confirmado que, en los experimentos realizados con Ginkgo Biloba, se observan los siguientes efectos:

-   Estimula la irrigación sanguínea, especialmente en lo que se refiere a microcirculación.
-   Mejora las cualidades circulatorias, es decir, la fluidez de la sangre.
-   Ejerce una acción antagónica frente a los factores activadores de trombocitos.

El Ginkgo actúa sobre los siguientes factores estabilizando sus valores en unos niveles idóneos:

-     La viscosidad del plasma.
-     La viscosidad de la sangre en su totalidad.
-     La movilidad de los glóbulos.
-     Los valores fibrinógenos.
-     Aumenta la flexibilidad de los glóbulos rojos y blancos.
-     Reduce la aglutinación de los glóbulos.

Como consecuencia de esta actuación, se pueden prevenir las siguientes complicaciones: trombosis, infartos, embolias, edemas, daños en los tejidos por falta de oxígeno, deterioro celular y disfunciones en general de todo tipo de tejido u órgano.

Y también se estimulan las siguientes funciones:  rendimiento del cerebro, de los órganos y del organismo en su conjunto, circulación sanguinea, oxigenación de las células y eliminación de los desechos metabólicos. También estimula el funcionamiento de las células nerviosas.

En las clínicas especializadas en biología molecular de Friburgo, los pacientes afectados por cáncer del intestino grueso, páncreas y mama, reciben infusiones de extracto de ginkgo. Según las informaciones recogidas hasta ahora el extracto de la planta potencia los efectos de la quimioterapia. Las modificaciones que induce en las membranas de las células tumorales permiten que los tratamientos de la medicina académica desplieguen mejor su potencial curativo. Además reduce sensiblemente los efectos secundarios en aquellos casos en los cuales la quimioterapia clásica ya no es tan eficaz y se requieren terapias más agresivas.

 
PRECAUCIONES

La mayoría de las sustancias activas contenida en las hojas del ginkgo deben extraerse con disolventes como la acetona y el alcohol para que nuestro organismo pueda asimilarlas. Ni los ginkgólidos ni la bilobalida se disuelven en agua. Por lo tanto, es aconsejable recurrir a aquellos fármacos que contengan unos extractos garantizados y de probada eficacia terapéutica.

Entre éstos, destaca el extracto especial EGb 76. No sólo contiene una cantidad garantizada de principios activos de calidad homogénea, sino que también nos protege de los efectos indeseables que algunos componentes del ginkgo podrían producirnos. El ácido ginkgólico, por ejemplo, es una sustancia muy irritante que posee un alto potencial alergeno. El extracto apenas contiene rastros de la sustancia nociva, por haberse eliminado éstas a través de un complejo proceso de depuración.

Respecto a la forma de consumirlo, se debe considerar que, al tratarse de una planta cuyos componentes no son hidrosolubles, tomado en forma de infusión es apenas eficaz.

También hay que tener en cuenta que, en determinadas enfermedades, su aplicación es contraproducente y hasta peligrosa. Esto ocurre siempre que su principal virtud terapéutica que es aumentar la fluidez sanguínea y bloquear la coagulación, actúe a favor del trastorno en vez de combatirlo. Por esta razón, no debes nunca automedicarte con ginkgo antes de consultarlo con tu médico.

 
Bibliografía:

El poder curativo del ginkgo -Peter Köhler 

 

 

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martes, 8 de julio de 2014

El DRAGO (Dracaena Draco L) - Sangre de Grado

 


Relata Eurípides en su “Hipólito” que allí donde se acaban las rutas del mar y se encuentra el límite con el cielo se encuentra el jardín de las Hespérides:
“Se trata de unas tierra maravillosa dónde las fuentes destilan la ambrosía, el alimento de los dioses”.


Las Hespérides (las Vespertinas o las Occidentales) eran hijas de la Noche, que vivían en un inmenso jardín de árboles de daban frutos de oro y que vigilaba una enorme serpiente  (en griego drákon).


El hecho de que en algunos relatos griegos citaran la proximidad del maravilloso Jardín al reino de Atlas y que en la baja Edad Media se incluyera a las Islas Canarias en la órbita Europea, llevó a la especulación de que se encontrara situado en las islas. Concretamente Núñez de la Peña, lo sitúa en el Valle de la Orotava, Ta-oro que en su particular etimología se traducía como “de tanto oro” porque en él se producían unas magníficas manzanas de color dorado. El poderoso Atlas, sería en este caso el Teide, y la serpiente de siete cabezas que custodiaba el jardín (recordemos drákon), habría dado lugar a los dragos que cercaban el valle.


Según el escritor isleño Juan Álvarez Delgado, el mítico dragón personifica una gran fuerza de la Naturaleza, perfectamente identificable con los volcanes de la isla, ya que si bien el fuego sale de la boca del dragón, también lo hace de las entrañas de los volcanes que reparten su fuego por la isla arrasándolo todo. Es fácil que los navegantes griegos que recorrían las costas de las Islas, vieran por las noches las llamas volcánicas e identificaran en ello al dragón que lanzaba llamaradas y rugía protegiendo a las Hespérides.


Éste Dragón mítico, quedó convertido en el Drago canario, entre otras cosas por su forma, ya que su grueso tronco daría forma al cuerpo del Dragón y sus particulares  ramas serían identificadas con las cabezas, semejantes en su forma a la hidra y por su peculiaridad de que al cortarlas, en su lugar nacen muchas más, al igual que al cortar una cabeza de la Hidra de Lema, brotaban 10 más en el mismo sitio.


La fama del árbol, continúa en parte ya que la resina o jugo que exuda al incidir en él, se condensa y adquiere el color rojo de la sangre: la sangre de Drago a la que llamaban cinnabaris y que según relata Plinio se recogía en las islas con fines medicinales.




Los guanches, aborígenes de las islas, daban a este árbol un carácter totémico y era considerado como protector. En el Tagoror o consejo guanche, en el que se tomaban las decisiones más relevantes del menceyato, era habitual que los miembros se sentaran en piedras en círculo alrededor de un Drago o por lo menos situados muy próximos a él.


La Sangre del Drago se utilizaba medicinalmente y formaba parte de muchos de sus ritos esotéricos, entre los que destacaba el hecho de dibujar tatuajes en sus caras en las bodas y otras ceremonias. Esta misma preparación se hacía para teñir su vestimenta.

No es el Drago el único árbol en el que la savia adquiere este característico color rojizo, ya que en otras culturas y bajo el nombre de sangre de Grado, encontramos savias de parecidas características y utilizada con los mismos fines, a las que también haremos referencia.


El nombre científico del Drago es Dracaena Draco L. y pertenece a la familia de las Agaváceas.
Es una planta arborescente de hasta 15-20 metros de altura, con el tronco liso en los ejemplares jóvenes y rugoso y agrietado en los ejemplares viejos. Las hojas basales, al ir siendo eliminadas, son las que van dando forma al tronco y a la vez al ir despuntado este va dando lugar a las ramas, que si se deja crecer en estado salvaje tarda mucho en ramificar. Las hojas son lineales y coriáceas  pero flexibles, de color verde grisáceo en los ejemplares adultos. El tamaño de las mismas es de unos 3-4 cm. de anchura y entre 50-60 cm. de longitud, que forman abanicos o manojos al final de las ramas y del tronco. Las flores son blanquecinas y forman densos racimos subterminales. Los frutos son bayas esféricas anaranjadas, carnosas y de 1-2 cm. de diámetro.

Los dragos son árboles de fácil cultivo que toleran relativamente bien el frío y que soportan grandes períodos de sequía. Plantados en jardines se suelen utilizar como elementos aislados, aunque hoy por hoy también es frecuente verlos plantados en macetas hasta que adquieren un tamaño muy considerable y es que el estos ejemplares pueden alcanzar una logenvidad muy avanzada.


Tal es el caso del famoso Drago milenario de Icod de los Vinos, en el valle de la Oratava (Tenerife), sagrado para los guanches y del que se cuenta que bajo él se celebró la última reunión de los cuatro últimos menceyes: Belicar de Icod, Romen de Daute, Pelinor de Adeje y Adioria de Abona para pactar la paz con el Rey de España, a fin de evitar más derramamiento de sangre para su ya castigado pueblo.



Actualmente este Drago posee una altura de 17 metros y se sostiene bajo un perímetro de base de 20 metros, con un peso de 140 toneladas, de las que 80 se estiman pertenecen a la copa. Tal belleza fue inmortalizada por el Bosco en su obra “El jardín de las Delicias”.


Es necesario no olvidar otro Drago que existía en el mismo valle y al que hace referencia Alexander Humbolt, uno de los primeros exploradores de las islas del que nos cuenta que tenía 15 metros de circunferencia y unos 6.000 años de vida, bajo el cual y después de invocar al dios Acorán los primitivos guanches administraban justicia. Éste ejemplar fue destruido por un huracán en 1867.

El hábitat natural del Drago lo conforman las zonas de barrancos de la isla de Tenerife, los ejemplares silvestres son muy pocos y los que predominan son los cultivados con fines ornamentales en lugares públicos de la isla.

Es después de la conquista de las islas cuando el árbol es introducido en Europa, alcanzando un alto precio al ser comercializado, de hecho pagaba diezmos.

Durante mucho tiempo se ha puesto en duda la capacidad como navegantes de los guanches, pero existen testimonios que dan fe de ello: El ingeniero Cremonés Leonardo Torriani en su  “Descripción de las islas Canarias” relata:

“También hacían barcos del árbol del drago, que cavaban entero y después ponían lastre de piedra, y navegaban con remos…”

Con esto tenemos una propiedad más del árbol sagrado que es la utilización de su madera.

 Y como anécdota finalizar que con la sangre de Drago se coloreaba un barniz con el que Stradivarius daba el toque final a sus famosos violines.



SANGRE DE DRAGO AMERICANO E HINDÚ

Se extrae de la variedad Croton Lechleri, de la familia de las Euphorbiaceae, género Croton y originario de Perú. Éste es un árbol de una altura que oscila entre 12 y los 20m. de altura. La edad ideal para obtención del látex es cuando llega a los 18 metros y alcanza un diámetro de medio metro aproximadamente. De color rojo similar al de la sangre humana, es ligeramente denso y al igual que en el Drago se endurece rápidamente al contacto con el aire. Es de olor agradable pero de sabor muy amargo. Tampoco es soluble en el agua pero sí en el alcohol.

Las propiedades medicinales del látex, también al igual que la del Drago es cicatrizante tanto externa como internamente. Y la utilidad de la “sangre” con fines mágicos también es similar, utilizándose como base de tinte para la elaboración de tintas mágicas y como ingrediente de muchos trabajos para la obtención de amor y uniones de parejas.
 


En Centroamérica el árbol utilizado es el Machaerium isadelphum, perteneciente a la familia de las Papilionáceas. Su uso medicinal también es por vía interna para diarreas y por vía externa para la cicatrización de úlceras y heridas, aunque todavía este árbol está en estudio ya que se le presuponen muchas utilidades terapéuticas.



En la India es el Daemonorops draco B. (sinónimo Calamosdraco W.) y perteneciente a las familia de las Arecáceas. Palmera originaria de la India Occidental y del archipiélago de Indonesia. Las propiedades medicinales de esta especie son sobre todo astringentes y se utiliza con éxito para tratar diarreas, úlceras y hemorragias, así como para la elaboración de pastas dentífricas.



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