JARDINERIA: CUIDADOS BÁSICOS DE UNA PLANTA
Cuando compramos una planta lo primero que debemos recordar es que es un ser vivo y como tal va a tener una serie de necesidades.
Si no somos capaces de proporcionárselas en su justa medida, morirá o llevará una existencia precaria.
En realidad, esas pequeñas prisioneras que hemos encerrado en la maceta junto a la ventana o en el exiguo jardín, necesitan para vivir exactamente los mismos requisitos que sus afortunadas hermanas en libertad:
Agua, luz y suelo apropiado.
AGUA:
La mayoría de las plantas mueren por exceso de riego. Sólo unas pocas, los helechos, necesitan una tierra húmeda siempre. Una buena norma es no regar si el compost no está seco y suelto al introducir el dedo en él.
También hay que tener en cuenta que las plantas requieren menos riego en épocas frías que en tiempos calurosos. Las hojas de algunos ejemplares, como la violeta africana, se pudren al contacto con el agua, por lo que el método más eficaz consistirá en introducir la maceta en un cubo hasta que la tierra se empape.
LUZ:
No existen normas fijas en cuanto a cantidades de luz, pues cada especie tiene sus exigencias y será preciso que nos informemos de estas al comprarlas. Por lo general, las plantas de interiores necesitan luz abundante y tamizada.
Para evitar que crezcan desproporcionadamente o inclinadas, gíralas 180º a la semana. Un buen síntoma de que necesitan más luz es el amarilleamiento y caída de sus hojas.
SUELO:
Al igual que la luz depende de cada especie. Unas se desarrollarán mejor en suelos ácidos, mientras que otras lo harán mejor en suelos alcalinos, pero todas a la larga van empobreciendo el medio, y de ahí la necesidad de abonados frecuentes.
SALUD:
Las plantas al igual que los humanos, desarrollan enfermedades, por lo que es necesaria una revisión frecuente en busca de parásitos. El lugar más idóneo para encontrarlo es la parte posterior de las hojas. Si vas a rociar con un pulverizador insecticida, recuerda que la distancia mínima de difusión es de 30 centímetros.
CICLO VITAL:
Si tu planta se muere trascurrido un año, no te sientas defraudado por ello, pues puede ocurrir que sea su ciclo de vida. A la hora de elegir una planta debemos tener en cuenta que existen cuatro tipos básicos atendiendo a longitud de su ciclo vital:
Anuales:
Se siembran todos los años. Mueren en el transcurso de un solo proceso vegetativo, por lo que son muy adecuadas para jardines de temporada, en los que requieren pocos cuidados.
Bianuales:
Vivaces:
Son aquellas que nacen de un bulbo, un tubérculo o un rizoma. La parte vegetativa externa desaparece cada año, pero la parte subterránea se mantiene dando una nueva planta cada estación.
Perennes:
Son plantas que viven más de dos años y normalmente desarrollan tallos lignificados (leñosos). Con el cambio de estación pueden perder o no la hoja.
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