PLANTAS MÁGICAS

sábado, 8 de marzo de 2014

EL ALOE VERA: LA PLANTA DE LA ETERNA JUVENTUD

 
 


Bajo el género de Aloe se agrupan más de 250 especies originarias del este y sur de África, donde ya era conocida tres mil años atrás. El Papiro de Ebers que data del 1.500 A. de C. y se conserva en la Universidad de Leipzig, figuran las innumerables propiedades medicinales de esta planta.


El mismo Aristóteles recomendó a su discípulo el rey Alejandro Magno la conquista de la isla de Socorra (en el Océano Índico), ya que “allí crecía por doquier” y era una planta indispensable para la cicatrización rápida de las heridas que recibían los soldados en batalla. Llegó Aristóteles a esta conclusión tras observar que al cortar una de las hojas de esta planta, con el fin de no perder su jugo emitía una rápida respuesta de cicatrización y la llevó a la práctica usándola en las heridas de las personas obteniendo el mismo resultado.
 
Los chinos, también la conocían y la llamaban “planta medicinal”. Los africanos le daban el nombre de “planta para quemaduras” e incluso el calificativo de “planta de la inmortalidad” se le atribuye a Cleopatra ya que al parecer formaba parte de los ingredientes utilizados en sus tratamientos de belleza

No se puede pasar por alto que es una de las plantas citadas en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento:

                              Mirra, aloe, casia, exhalan tus vestidos…
                                                                (Salmos, 45,9)
Como en el Nuevo:

                   Vino [José de Arimatea], pues, y tomó su cuerpo.
                   Llegó Nicodemo, el mismo que había venido a Él
                  de noche al principio, y trajo una mezcla de mirra
                  y  aloe…
                                                                 (Juan 19, 38-40)

Haciendo referencia, este último, al embalsamamiento de Jesús de Nazaret.


Los musulmanes, que la consideran un símbolo religioso, al volver de su peregrinación a la Meca la cuelgan de los dinteles de sus casas como un honor distintivo y señal de haber cumplido con esta obligación. En Andalucía existían grandes plantaciones de aloe en tiempo de los árabes, entusiastas propagadores del uso medicinal del acíbar.

Dioscórides  trata de él en el capítulo 23 de su III libro.


Desde hace años, y con el nombre de “El Antiguo Manuscrito” circula una receta elaborada con plantas medicinales de la que el Aloe forma parte. Un verdadero “curalotodo” de las hierbas medicinales suecas, del que incluiré su receta ya que se obtienen buenos resultados con esta pócima.

Y no solo estamos ante una planta medicinal efectiva, también lo es en la tradición mágica, pero vayamos por partes:
 
El aloe es una planta de la familia de las Liliáceas, que llega a alcanzar hasta 3 o 4 metros de altura por crecimiento de su eje central o tronco. Sus hojas son carnosas, de forma lanceolada y con los bordes espinosos. Sus flores son pequeñas, tubulares y de color amarillo, naranja o rojo, agrupadas en bellas inflorescencias que aumentan el atractivo de esta planta. Florece en verano y anualmente.
 

La propagación mediante semilla es fácil, pudiéndose obtener plantas comerciales en 78 meses, aunque esta manera de propagación es poco aconsejable, ya que el aloe tiende a la polinización cruzada lo que ocasiona la degeneración de la especie pura.
 
Es una planta de cultivo muy fácil por lo que podemos desarrollarla en casa tanto en el exterior como en el interior.
 
Tiene dos enemigos naturales: el exceso de agua y el frío por debajo de los 8ºC.
 
Por el contrario es especialmente resistente a las plagas y a la falta de riego. Para su cultivo en maceta, llenaremos ésta con un 50% de turba y el resto con tierra de jardín arenosa sin olvidar en el fondo dos dedos de grava para facilitar el drenaje. Una vez plantada y regada es recomendable no volver a hacerlo hasta pasadas dos semanas para evitar una infección por hongos. El mejor lugar para situarla es un sitio muy luminoso y donde pueda recibir algunas horas de sol directo. En el invierno, la protegeremos del frío. Su reproducción se realiza mediante hijos que le nacen alrededor. Cuándo estos tengan una altura de cuatro dedos aproximadamente, se han de separar de la planta madre. Lo podemos hacer de dos maneras: hurgando con los dedos, hasta encontrar su unión de madre e hijo, y la otra, sacándola totalmente de la maceta, separándola de la madre con más precisión y con todas sus raíces, aprovechando así, para recortar las raíces de la planta madre, si es que las tiene demasiado largas y añadiendo abono vegetal orgánico en la tierra al plantarlo de nuevo. Los hijos se dejan secar durante unos quince días, para que puedan cicatrizar las heridas, sin exponerlos al sol directo y posteriormente se plantan en macetas individuales.
 
De las hojas carnosas del aleo se obtienen principalmente dos productos:
 
El acíbar y el gel de aloe.
 

EL ACÍBAR: Al incidir la superficie de las hojas de las distintas especies de aloe, se obtiene un jugo viscoso de color amarillo y sabor amargo que se concentra al calor del sol o por ebullición. Se transforma así en una masa amorfa de color pardo oscuro y sabor muy amargo, llamada acíbar o pez rubia. El acíbar contiene del 40 al 80% de resina, y hasta un 20% de aloína, glucósido aquinónico que es su principio activo. Según la dosis diaria con la que se emplee el acíbar tiene distintas aplicaciones.

EL GEL O JUGO DE ALOE: Se obtiene de la pulpa de sus hojas carnosas, que desprenden un jugo pegajoso, casi transparente y de sabor insípido. A él se debe la fama que el gel de aloe está adquiriendo en los últimos años, especialmente por su acción curativa sobre la piel. Está formado por una mezcla compleja de más de 20 sustancias, como polisacáridos, glucósidos, enzimas y minerales. Contiene acemanan, una sustancia estimulante de las defensas.
 
A diferencia del acíbar, el gel de aloe no tiene propiedades laxantes.
 
Por la emodina que libera en el intestino, el acíbar tiene propiedades purgantes cuando la cantidad ingerida es al menos de 0,20 gr. Si la cantidad es menor sus propiedades son estomacales y emenagogas. Los extractos, tinturas y otros preparados son efectivos en la estimulación de la secreción biliar.
 
Por otra parte cumple también una excelente función como regenerador celular ya que posee una hormona que acelera la formación y el crecimiento de células nuevas. Gracias al calcio que contiene, elemento vital en el intercambio de líquidos celular, ayuda a estas a mantener su equilibrio.
 
Tiene propiedades queratolíticas, lo que proporciona a la piel dañada una regeneración de tejido de células nuevas.
 
Otras de sus muchas propiedades son que es: fungicida (antiviral) y bactericida por lo que elimina bacterias que causan infecciones eliminando su acción dañina. También es antiinflamatorio y coagulante.

 
También añadir que se le atribuyen propiedades muy beneficiosas en los tratamientos anticancerígenos y que hay un tratamiento (no reconocido oficialmente) para ello. En efecto las personas que han utilizado dicho tratamiento, experimentan mejorías muy efectivas y sensación de bienestar, aunque eso no significa que se haya probado nunca que el tratamiento haya sido en si mismo el agente curativo del cáncer en ningún caso.
 
Pero es indudable su ayuda para ayudar a superar los molestos y desagradables efectos que causa por ejemplo, la quimioterapia.
 
El tratamiento consiste en la toma de un jarabe elaborado con la planta.
 
La receta es totalmente inofensiva, pero es indispensable que antes de proceder a su ingesta, CONSULTE CON SU ESPECIALISTA, quién le aconsejará adecuadamente si en su caso es recomendable o no.
 
La preparación del jarabe se efectúa con los siguientes ingredientes:
  • Una o dos hojas de aloe que sumen un peso total de unos 300 gr. Recuerde que la planta tiene que haber sido cultivada sin uso de abonos ni pesticidas químicos. Si Vd. La ha adquirido recientemente, le recomendamos que la tenga en casa, utilizando únicamente agua para su cultivo, alrededor de un mes. Esto le dará seguridad, de que si estos productos químicos han intervenido en su cultivo, serán depurados y la planta estará lista para su consumo. Así mismo, la planta ha de tener una edad mínima de 4 años para que sus principios activos sean los adecuados.
  • Lave bien las hojas y proceda a quitar las espinas del borde y recortar ligeramente sus rebordes.
  • Medio kilo de miel.
  • Tres o cuatro cucharadas de coñac o de whisky.
Pase todo esto por una batidora durante uno o dos minutos.
Obtendrá una mezcla cremosa, de sabor amargo.
 
El jarabe formado por las indicadas cantidades de estos elementos constituye “una unidad de tratamiento”.
 
POSOLOGÍA:

Antes de tomarlo es necesario “agitar” el frasco para que los componentes se mezclen bien. Tomar una cucharada de este jarabe tres veces al día: mañana, mediodía y cena, media hora antes de las comidas principales.
 
Lo normal es que el preparado dure unos diez días.
 
No interrumpa la toma de “la unidad de tratamiento” hasta su consumición total, aunque vayan apareciendo síntomas de mejoría.
 
El tratamiento se puede varias veces, dejando un intervalo de una semana entre una toma y otra, hasta encontrar resultados favorables.

 
En cuanto a la receta conocida con el nombre de “Antiguo Manuscrito”, la elaboración es la siguiente:

       LAS HIERBAS SUECAS O LAS GOTAS DE AMARGO SUECO

Fórmula para elaborar las Hierbas Suecas
10 g. De Aloe*
5 g de Mirra
0.2 g de Azafrán
10 g de hojas de Sen
10 g de Alcanfor**
10 g de raíces de Ruibarbo
10 g de raíces de Cedoaria
10 g de Maná
10 g de Teriaca veneciana
5 g de raíces de Carlina
10 g de raíces de Angélica



Sólo se debe usar Alcanfor natural
y únicamente el chino.
PREPARACIÓN

Las hierbas se introducen en una botella de color oscuro y a ser posible de cuello ancho. Se cubren con un litro y medio de aguardiente de buena calidad (38-40º)

Se dejan macerar al sol durante 15 días, sin olvidarse de agitar la botella un par de veces al día, y que hay que repetir antes de colarlo y antes de cada uso. Se puede ir colando según necesidad y manteniendo el resto el tiempo que sea necesario sin hacerlo. Este elixir se puede conservar durante muchos años y cuanto más añejo se hace, más eficaz es.
Entre las propiedades que se le atribuyen, las más destacadas son:
 
(Reproducción literal del texto)

1.- Pústulas y toda clase de erupciones, costras en la nariz o en otras partes del cuerpo, se curan untándolas bien y a menudo con las gotas.
 
2.- Contra el dolor de muelas se disuelve una cucharada de estas gotas en un poco de agua y se deja actuar en la boca o se aplica una gasa empapada sobre la muela dolorida. El dolor se calma y la infección se cura.
 
3.-Las ampollas y otras afecciones de la lengua se curan en poco tiempo untándolas con las gotas.
 
4.- Cuando la garganta esté irritada o llagada de tal manera que casi no se pueda tragar la bebida o la comida, se toman por la mañana, al mediodía y por la noche, unas gotas y se dejan pasar lentamente por la garganta; así se calma la irritación y se cura la garganta.
 
5.- Contra el calambre de estómago se toma una cucharada.
 
6.- Disuelven las flatulencias y refrescan el hígado; quitan las dolencias del estómago y del vientre y ayuda contra el estreñimiento.
 
7.-Son un remedio excelente para el estómago, cuándo digiere mal y rehúsa los alimentos.
 
8.- Asimismo calman los dolores biliares. Tomando cada día una cucharada por la mañana y otra por la noche y aplicando durante la noche compresas empapadas con las gotas, desaparecen en poco tiempo todos los dolores.

Y así continua hasta un total de 46 apartados, mostrando las virtudes de las hierbas suecas. Por último la advertencia de que las gotas siempre han de tomarse disueltas en agua. A las que considero preciso añadir que por ser una disolución alcohólica se abstengan de su uso las personas que no lo pueden consumir.

Por último recordarle que tener en casa una planta de Aloe Vera, le ayudará a eliminar la negatividad ya que es un verdadero transmutador de energías negativas en positivas.


 
 
 
 
 

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