PLANTAS MÁGICAS

domingo, 2 de marzo de 2014

JARDINERIA: LOS ROSALES


Es evidente que no se puede pensar en un jardín florido que carezca de rosas. Quizás es la flor que primero cultivó el hombre y es ciertamente una de las más bellas y que dan mayor satisfacción a quien tiene pasión por la jardinería.

Los rosales se clasifican de varias formas: tenemos los antiguos o viejos, que comprenden las especies originarias y sus correspondientes híbridos. Para distinguir unos de otros se hace preceder siempre su nombre (que por lo general es de la localidad o el de quién ha creado el híbrido, o bien el carácter botánico de la flor) de la palabra “rosa” (por ejemplo Rosa chinensis, Rosa wilsonii, Rosa multiflora).



Tenemos después las rosas nuevas o modernas, obtenidas del cruce de diversas variedades. Estas, a su vez, se dividen en rosales híbridos, rosales de té híbridos, floríferos, paliantes, etcétera.

Existen también los rosales trepadores, en mata y de pitiminí, es decir, de flores muy pequeñas.

Todo rosal es el resultado de muchos años de fatigoso trabajo del floricultor que ha conseguido obtenerlo por primera vez. Por eso nos acercamos a él, con cierta reverencia.



LA PREPARACIÓN DEL TERRENO:

Para cultivarse el rosal como se debe, es necesario ante todo preparar el terreno de manera adecuada: ninguna otra planta exige tantos cuidados a este respecto.

Es necesario trabajar el terreno previamente elegido por lo menos hasta dos palmos de profundidad. Una vez elegida la zona, se excavan en ambos extremos dos anchas zanjas de 40cm de profundidad. Se aparta la tierra excavada, y se trabaja el fondo de la zanja removiéndolo bien con el azadón; a continuación se cubre el fondo removido con el estiércol y finalmente se recubre la zanja con la tierra extraída anteriormente. Repitiendo la operación se procede a excavar hasta el extremo de la zona elegida, de manera que el estiércol quede recubierto en su totalidad con la tierra removida anteriormente.

Trabajando de este modo se obtiene un doble drenaje de la tierra y además se mantiene la parte superior de la tierra superficial más fértil, y la buena aireación permite a las raíces penetrar más profundamente.

Para estas plantas el abono ideal es el estiércol de caballo. Se puede emplear también tierra vegetal, turba, hojas consumidas, etc.

El terreno se prepara tres semanas antes de la plantación.

LA PLANTACIÓN

Los rosales pueden plantarse  del mes de diciembre al mes de febrero. Para cada planta se abre un pequeño foso cuadrado de unos 45cm de lado y 30cm de profundidad, a continuación se coloca la planta de manera que la zona de unión entre el portainjerto y el injerto quede a nivel del suelo. Las raíces se extienden de manera que cubran un área lo más amplia posible, y se recubren con un poco de turba o, eventualmente, con harina de hueso, apretando con las manos de manera que no se formen bolsas. Finalmente, se añade la tierra obtenida de la excavación, y se procura que la planta quede lo más fija posible.

Los rosales normales no se planta a mucha profundidad: la señal dejada por la tierra en la plantita extraída del vivero es una indicación segura sobre el nivel justo de profundidad.



Los rosales miniatura se plantan a distancia de 45 a 60cm uno de otro. Los arbustos, según sus dimensiones, se plantan a un metro de distancia, como mínimo, mientras que los trepadores necesitan ante si una distancia de 2 metros por lo menos.

Los trasplantes se efectúan entre Diciembre y Febrero, y también en Febrero y Marzo:

Se saca la planta del terreno y se le quitan totalmente las hojas muertas y podan las ramas demasiado delgadas. Así como las partes viejas de la madera. Las ramas desarrolladas deben acortarse (para trasplantes en Febrero y Marzo: 15cm de rama, para trasplantes entre Diciembre y Febrero: 30cm). Si por cambiar de domicilio tuviera que efectuar trasplantes fuera de estos meses habéis de tener cuidado en que la operación se realice muy rápidamente, de manera que las raíces no se sequen. No dejar terrones de tierra alrededor de las raíces, basta con envolver estas en trapos húmedos y proceder con la máxima celeridad posible. Si el tiempo fuere muy seco, será preciso también mojar las ramas y tener las raíces en un baño hasta que despunten los nuevos brotes.

LA ELIMINACIÓN DE BOTONES SUPERFLUOS

El número de botones de los rosales varía según su clase. Si se dejaran todos los botones tendríamos como resultado una planta con muchas flores, pero todas de calidad media o inferior; es, pues, necesario eliminar los botones superfluos, y para eso hay que proceder con cierto criterio.

Tan pronto comience la floración, procederemos a eliminar botones, y ello con una extrema delicadeza, de un golpe neto, porque el pedúnculo de las flores en sus primeras fases es en extremo frágil.

Se aclararán los botones donde sean demasiado numerosos, de manera que queden distribuidos armónicamente por toda la planta.



NUTRICIÓN DEL ROSAL

Abono orgánico durante todo el año y abono compensado junto con tierra vegetal y turba en determinados períodos. En el momento de abrirse los capullos, dar un abono líquido adicional, y repetir la operación 3 ó 4 veces hasta la floración completa (unas tres semanas de tiempo).

Para el abono líquido, que podemos preparar nosotros mismos, usaremos la siguiente receta:

-         15g de nitrato potásico.
-         15g de fosfato potásico.
-         12 litros de agua.

La mezcla debe emplearse a razón de 4 litros por metro cuadrado. Repetir la operación cada 4 días durante el período de desarrollo de las flores.

Otro abono líquido de óptimo resultado es el que se obtiene con estiércol de caballo. Se recoge el estiércol y se deslíe en agua (en un rincón del jardín hay que tener un barril o depósito grande), y en el momento del uso se diluye la solución hasta que tome un color amarillo pajizo; también de este abono se vierten 4 litros por metro cuadrado, cuatro veces en el período más lozano de la floración. A finales de Julio se administra una última dosis de fertilizante adecuado. Recordad que los rosales necesitan, tan pronto como se planten, riegos abundantes y abundante abono líquido.

LOS PARÁSITOS

La cetonia dorada o pequeño escarabajo, será nuestro enemigo mortal aún cuándo seamos buenos jardineros.

De ser posible procuraremos librar a los rosales de las cetonias a mano: se puede hacer con un poco de paciencia y de cuidado. En otro caso debemos procurarnos el insecticida adecuado y pulverizar sin compasión.



Es muy fácil que algunos rosales, en particular los de la antigua variedad Ophelia, crezcan con malformaciones en la primera floración; el culpable es el Thrips, pequeño insecto que ataca el centro del capullo y destruye los órganos de la flor.

También son muy atacados los rosales, principalmente sus brotes, por los pulgones. Los Thrips y los pulgones se combaten con insecticida a base de Lindano o de Paration.

LAS ENFERMEDADES

Hay enfermedades provocadas por parásitos. Entre ellas se cuenta el oídio, la fumigina y el mildiu.

El oídio que reviste los capullos de un vello blanco, es debido a los cambios bruscos de temperatura. Basta un lavado cuidadoso; Para eliminarlo utilizar carbonato de sodio (30 grs. por cada 5 litros de agua). Si el hongo se difundiese demasiado, emplearemos un fungicida específico o bien pulverizaciones de azufre.

La fumagina es una enfermedad más grave, pero si se podan las plantas, el año siguiente de la enfermedad reviven y vuelven a florecer. La fumagina hace que la flor se deshoje; los primeros síntomas de la enfermedad se manifiestan en las hojas más bajas, que amarillean poco a poco y después mueren. También en este caso es debida la enfermedad a una detención súbita del crecimiento originada por un descenso repentino de la temperatura.

No se puede hacer mucho contra los agentes atmosféricos, pero si habéis nutrido bien el terreno, los daños podrían repararse. La fumagina es contagiosa: deben pulverizarse, pues, las plantas con un buen fungicida y aislarlas con cuidado, eliminando inmediatamente las hojas atacadas.

El mildiu se reconoce fácilmente porque forma en el envés de las hojas un polvo rojizo que se vuelve negro con el tiempo. La enfermedad es mortal, y es preciso combatirla eliminando inmediatamente las hojas. Si se tiene certeza de que el rosal ha sido atacado, conviene cortarlo por la base, eliminando inmediatamente toda la parte enferma, pues si no todo el rosal quedará contagiado. En caso contrario debe regarse enseguida generosamente todo el rosal con un fungicida adecuado. Recoger y quemar cada ramita contagiada, para que tarde o temprano no enferme todo el jardín.

En invierno, además, hay que destruir todas las esporas que queden todavía en los rosales, y pulverizar a fondo en enero, eliminando el riesgo. Pulverizar después con una solución de sulfato de cobre (30grs por cada 5 litros de agua), e inmediatamente después de la poda proceder a una segunda pulverización con sulfato de cobre en solución más diluida (1,5grs por cada 5 litros de agua).

No pulvericemos con el sulfato de cobre cuando hayan aparecido las primeras hojas, si no queremos que se quemen.

También el calor del sol puede provocar quemaduras en las plantas y hacer que se abarquillen las hojas; el mismo fenómeno se produce a causa del viento demasiado cálido. En tal caso no hay que precipitarse a pulverizar las plantas con fungicida, sino esperar a que los rosales reaccionen por sí mismos. En caso de duda, llamaremos a un experto que nos dirá inmediatamente si la enfermedad es realmente debida a una infección o son los agentes atmosféricos los que la han provocado.

Una última observación: al consultar los catálogos para pasar pedidos, encontraremos términos técnicos que se refieren a las flores de los rosales. Es conveniente saber el significado de estos términos:

Flor doble: flor de 18 a 25 pétalos.
Flor grande: flores grandes y consistentes, de muchos pétalos.
Flor semidoble: de más de 5 pétalos y menos de 15.
Flor simple: de 5 pétalos.
Floración estival: una sola floración por temporada.
Marza: especie cuyas estacas se emplean como portainjerto.
Quimera: rosal de determinada variedad que, en cierto punto por capricho de la naturaleza, emite una rama con flores de color diferente a las otras.
Rosal sport trepador: como el anterior de variedad trepadora.

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