PLANTAS MÁGICAS

jueves, 7 de marzo de 2019

EL CIPRÉS, ARBOL QUE CURA


El ciprés, árbol consagrado a Plutón, ha sido considerado como árbol de la mala suerte por unos, árbol sagrado hermano del sol por otros, e incluso el árbol de cuya madera se construyó la cruz donde murió Jesucristo. Está presente en muchísimos rituales mágicos y siempre ha estado ligado al culto a los muertos.
 
Medicinalmente el ciprés tiene una gran capacidad curativa en los tratamientos del aparato circulatorio, mejorando el estado de las venas, varices, y otras anomalías y dolores de las extremidades inferiores.
 
SINONIMIAS

Nombre Botánico: Cupressus sempervirens
Catalán: xiprer, xifrer.
Eusquera: guaarbola, gua-zugatz, nekosta, cipresa, alzifre. Portugués: cipreste.
Francés: cyprés commun. I
taliano: cipresso.
Inglés: mediterranean cypress.
Alemán: zypresse.

DESCRIPCIÓN

El ciprés, árbol perennifolio de la familia de las cupresáceas, alcanza con facilidad los 30 metros de altura y, según algunos autores, puede llegar a los dos mil años de vida.
 
Su tronco, recto, muestra numerosas ramas abiertas o aplicadas. Su copa es estrecha y cilíndrica. La corteza, delgada, pardo-grisácea y ligeramente agrietada.
 
 


Sus hojas son escamiformes, opuestas, en forma de cruz, imbricadas y muy numerosas, de color verde oscuro con un surco longitudinal por el envés. Piñas sujetas a las ramas cortas, colgantes, del tamaño de una nuez, de 8 a 14 escamas, cada una de ellas provista de un pequeño aguijón. Flores monoicas, las masculinas y femeninas en distintas ramas; las primeras reunidas en estróbilos terminales y las segundas en conos denominados gálbulos (en principio escamosos y después coriáceos). Semillas aladas.

HÁBITAT

El ciprés alcanza su máximo desarrollo en suelos fértiles, aunque también se adapta a los terrenos secos y pobres.

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

El ciprés es originario de las regiones montañosas del norte de Persia, Asia Menor y Grecia, de donde llegó por primera vez a Italia. Característico de los países del sur de Europa, se halla ampliamente difundido en toda la región mediterránea.

 
Desde muy antiguo se cultiva en la península Ibérica donde aparece ampliamente representado, principalmente en jardines y cementerios.

ÉPOCA DE FLORACIÓN 
 
En primavera. Los gálbulos florecen el otoño del año siguiente.

PROPIEDADES TERAPÉUTICAS


El tanino que contienen las nueces de ciprés se utilizó en medina natural como astringente.
 
El doctor Leclerc, en Précis de phytothérapie, aseguraba que estas nueces daban excelentes resultados en los tratamientos de las afecciones del sistema nervioso que precisaban de una vasoconstricción alta.
 
Según este facultativo, dichas nueces también sirvieron para tratar las varices, los trastornos de la menopausia, prevenir el aborto, aliviar las metrorragias y, de manera especial, en el tratamiento de las hemorroides.
 
"En este último caso (escribe Leclerc) los paquetes hemorroidales disminuyen de volumen y se reducen más fácilmente, menguan el tenesmo y el dolor, y se aminora hasta cesar por completo el flujo sanguíneo".


 
 Dioscórides, en De materia medica, habla también de las virtudes del ciprés en estos términos:
 
"Sus hojas, bebidas con vino paso y un poco de mirra, refrenan los humores que destilan a la vejiga y son útiles a la retención de orina. Sus nueces, molidas y bebidas con vino, aprovechan a los que arrancan sangre del pecho, a la disentería, a cualquier flujo del vientre que procede de la flaqueza del estómago, al asma y, finalmente, a la tos (...)

Majadas con higos secos, ablandan las durezas y sanan los pólipos que se engendran dentro de las narices. Cocidas en vinagre y majadas con altramuces, extirpan las uñas sarnosas (...) Las hojas tienen la misma fuerza (...) Las hojas majadas y puestas sobre la herida fresca, la sueldan y restriñen la sangre. Majadas con vinagre hacen negro el cabello (...) Mezcladas con ceroto y aplicadas dan vigor al estómago..."

BOTÁNICA OCULTA

Para un grupo de investigadores el ciprés debe considerarse el primer árbol sagrado de nuestros antepasados por diversas razones. Primero por su aspecto majestuoso, segundo por su origen mítico y, tercero, porque atrae al rayo.
 
Según la leyenda Apolo transformó en ciprés al pastor Ciprieses, Cipariso o Ciparis, porque mató, involuntariamente, a un ciervo que tenía en gran estima y estaba completamente desolado. Del nombre de este pastor deriva el actual del árbol a través de latín tardío cypressus, por cupressus.
 
Los nombres catalán y gallego derivan de esta misma raíz pero no así el nombre en eusquera, guazugars que significa "árbol de la noche" y que, supuestamente, también está relacionado con el mundo de los abismos y las tinieblas.

La adoración al Sol que profesaron los iranios sirvió para difundir este árbol hacia el oeste. La forma de su copa, elevada hacia el cielo, hermanó al ciprés con el Sol.
 
En la religión de los zendas se consideró al ciprés símbolo del fuego sagrado, es decir, del astro Sol, y por esta razón, en Irán, figuró en la entrada de los templos y en los patios de los palacios.
 
Con las conquistas asirio-babilonias el ciprés llegó a los pueblos ocupados por los arameos y cananeos, al Líbano y después a Chipre, donde se le consideró también un árbol sagrado.
 
La madera de ciprés, dura y aromática, de olor agradable cuando se quema, se tuvo por incorruptible.
 
Los fenicios construían sus embarcaciones con madera de ciprés y los egipcios la utilizaron para confeccionar sus ataúdes.
 
Sprengel supone que el arca de Noé estaba hecha de madera de ciprés.
 
Para Plutarco, la madera de ciprés debía servir para plasmar en ella todas las leyes, porque, al considerarse su madera incorruptible, permanecerían para siempre y, al fin y al cabo, las leyes forman parte del pensamiento humano.
 
Los griegos y los romanos emplearon la madera de ciprés para confeccionar las puertas de sus templos, para tallar las tablas recordatorias, para fabricar ataúdes, imágenes, aras votivas, etcétera. Desde antiguo, en Italia, el ciprés simbolizó el luto y el dolor por los difuntos. En la época de Augusto se utilizaba la madera de ciprés en los altares de sacrificios y las piras.
 
La mejor representación del ciprés como árbol de la muerte o de los muertos aparece en los cementerios donde estos árboles abundan.
 
Debe tenerse en cuenta que el carácter funerario del ciprés data de la época griega, aunque éstos, como se sabe, lo tomaron de otros pueblos más antiguos. Entre los griegos el ciprés se tomó también como uno de los atributos de Hades (Plutón para los romanos) y otras divinidades de los abismos.
 
Hades o Plutón, cuarta divinidad de la generación de los olimpos, señor del mundo subterráneo y guardián de los muertos, tenía por atributo al ciprés porque sus ramas sombrías y lúgubres parecen consagradas a la melancolía y al dolor. Los sacerdotes de Plutón adornaban sus vestiduras con ramas y hojas de ciprés y de estas partes hacían las coronas de las víctimas de los sacrificios.
 
Etruscos y veroneses adornaron las lámparas funerarias con guirnaldas de ciprés y los sepulcros de los próceres aparecen plantados con profusión de estos árboles.
 
De este árbol tomó el nombre la ciudad de Ciparisa, en la Fócida (antigua región de Grecia central). El ciprés también estuvo consagrado a Esculapio (Asclepio en griego), pues un templo dedicado a este dios, cerca de Sicione, estaba rodeado de cipreses.
 
Con ramas de ciprés se cubría el suelo de las casas de los asesinos al ser este árbol símbolo del dolor y la desesperación.
 
En el mundo de la brujería el ciprés también simbolizó a la muerte. Por esta razón, se asoció a la mala suerte.
 
La madera de este árbol sirvió para elaborar la mesa triangular empleada en determinadas operaciones de magia negra, y también en la imprecación de los "responsos al revés" y otros ritos de la misma naturaleza.
 
El ciprés se convirtió en un árbol maldito y maldita resultaba su sombra y hasta su fragancia.
 
La madera de ciprés la quemaban en la hoguera los brujos, junto a otras hierbas y drogas, para invocar a los elementales. Su resina sirvió para incontables rituales mágicos.
 
Para los alquimistas el ciprés simbolizó la inmortalidad del alma y se tenía por cierto que sus virtudes espirituales se transmitían a quien oraba o meditaba bajo su sombra. Con el paso de los siglos todas estas creencias y supersticiones pasaron al cristianismo y el ciprés se convirtió en la religión de Cristo también en símbolo de la muerte; de ahí que los cipreses presidan los cementerios.
 
Al sostén de esta tradición ha contribuido en gran medida el hecho de considerar que la cruz donde murió Cristo era de madera de ciprés, y así parece demostrarlo el lignum crucis conservado en el monasterio de Santo Toribio de Liébana. Sobre este particular reproducimos parte de la leyenda de este monasterio:
 
"Junto a la iglesia se encuentra la parte más importante del santuario, la capilla de la Cruz, donde supuestamente se guarda una de las reliquias más valiosas de la cristiandad, el lignum crucis o santo madero, un fragmento de la cruz en que murió Jesucristo. "
 
La historia de la reliquia se remonta a más de dos mil años y tiene como protagonista a santo Toribio, cuando vivía en Jerusalén y custodiaba las reliquias cristianas. Su temor a la profanación persa le llevó a trasladar algunas de ellas a Roma y de Roma a Hispania.
 
Según apuntan algunos datos, el lignum crucis se depositó, en primer lugar, en la catedral de Astorga, en la época que santo Toribio ocupaba la silla obispal de esta ciudad. Más tarde, tras la invasión árabe, se trasladó a Liébana, bajo el reinado de Alfonso I. Durante la guerra civil de 1936 hubo que enterrarla en la huerta del monasterio, y luego fue trasladada a Mogrovejo para evitar su saqueo.
 
Como dato científico a favor de su autenticidad, merece señalarse que un análisis microscópico, realizado en Madrid en 1958, dio como resultado que la madera era de ciprés oriental, y su edad rondaba los dos mil años. No obstante, su origen sigue planteando muchos interrogantes; si se juntaran todos los lignum crucis que existen en el mundo se podrían construir varias cruces. La reliquia se conserva dentro de una cruz dorada con una parte al descubierto para poder besarla."
 
 

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