PLANTAS MÁGICAS

sábado, 2 de marzo de 2019

ÁRBOLES NOTABLES EN LA HISTORIA


Gran notoriedad han adquirido, en diversos países del globo, ciertos árboles, por hallarse en relación íntima con algún suceso importante.

Para los cristianos son dignos de gran veneración los olivos del Huerto de Getsemaní, testigos mudos de las amarguras que Jesús apuró la noche de su Pasión.

El Árbol de la Virgen:

El célebre árbol de la Virgen, en Matariya (Egipto). Según la tradición, para escapar de Herodes, María, José y Jesús huyeron a Egipto, y en el Cairo, encontraron refugio bajo la sombra de un árbol sicómoro. Se dice que el tronco del árbol se abrió milagrosamente para protegerlos de ladrones que los perseguían.
El Árbol de la Virgen María en El Cairo, en el barrio Matariya, uno de los sitios arqueológicos y turísticos más visitados de Egipto, ha sido cortado y muchos hablan de “catástrofe histórica”.
 
 



El árbol de Sobrarbe:

En Ainsa (Huesca); encina histórica, pues se refiere que en la primera batalla que dieron a los moros los habitantes de aquella comarca, en tiempos de Garci-Jiménez (820), apareció sobre una encina una cruz en señal de triunfo.

Hoy se conserva un monumento de piedra, imitando al árbol famoso, en la cima de Peña Espada, a media legua de Ainsa.
 
Reunidos aragoneses y vascos al pie del árbol de Sobrarbe, convinieron las bases fundamentales en que se había de asentar el Estado que pretendían establecer. El conjunto de los acuerdos que allí se tomaron lleva el nombre de Fuero de Sobrarbe.

El tilo de Morat:

Se plantó el día que se tuvo noticia de la victoria de este nombre en 1476 en Friburgo (Suiza).

El árbol de la noche triste:

Ceiba que cerca de Tacuba, antigua Tlacopán, dio abrigo a Hernán Cortés después de ser vencido por los mexicanos, rebelados contra Alvarado. Se le atribuyen a esta ceiba, bajo la cual, según la leyenda, lloró el conquistador español la muerte de sus compañeros (1.° de julio de 1520), 6.000 años de existencia.

 El laurel de Zubia:

Cerca de Granada, entre cuyas ramas se guareció Isabel la Católica para librarse de la persecución de los moros granadinos.

El tilo de Neustadt (Wurtemberg):

Cerca del cual fue reedificada aquella ciudad; están sostenidas sus ramas por 106 columnas.

Mencionado muy detenidamente por Evelgu, fue medido por Trembley en 1831 y sus ramas se hallaban en dicha época sostenidas por 106 columnas ó pilares de piedra con inscripciones que remontaban al año 1550, unos con las armas de Cristóbal de Wurtemberg, otros con los nombres de Federico de Brandeburgo, Ernesto de Enneberg, etc., etc.
 
Se calcula por la circunferencia que ofrece tenga 800 años según unos y 1147 según otros.

La ceiba histórica de Cristóbal Colón:

En la que se amarraron los primeros buques españoles que descubrieron tierra americana a su entrada en la ría de Onama.

El tilo de Jicinovcs (Austria):


Cuenta más de mil años, y en el hueco de su tronco hay un altar con imágenes en el que depositan ofrendas piadosas los fieles que allí acuden.

El árbol de las hadas:

Encina antiquísima en Domremy, y a cuya sombra iba la hoy Santa Juana de Arco con sus compañeros a cantar y a danzar.

El manzano de Newton:

 
En Woolsthorpe (condado de Lincoln).  Estaba descansando el sabio bajo este árbol cuando la caída de una manzana le hizo descubrir la teoría de la gravitación universal.

El pino de las tres ramas:

Cerca de Berga (Barcelona); árbol famoso y tradicional en la historia del antiguo reino de Aragón; se cuenta que bajo su sombra durmió, siendo niño, el rey Don Jaime I el Conquistador, y fue testigo de heroicas hazañas en el transcurso de los siglos.

El castaño del Etna:

El árbol mayor del mundo antes de desgajarse por su enorme peso; se refiere que cierto día la reina Juana de Aragón, sorprendida por una tempestad, se guareció, en unión de cien jinetes de su escolta, debajo de este castaño, que desde entonces se le llamó de los cien jinetes.

En el País Vasco:
 
Allí había antiguamente árboles de gran nombradía que servían de punto de reunión a las repúblicas y merindades:

El árbol de Mulato, en Luyando; el árbol gordo, en Albía; el de Arbieto, en Orduña; el de Abella Árbol de Guernicaneda, en las Encartaciones; el de Ustarits, y, sobre todos, el árbol de Guernica, que inspiró a Iparraguirre el himno vasco Guernikako Arbola.

Este roble famoso es el emblema de las antiquísimas y cristianas instituciones forales. Bajo sus ramas se juntaba la asamblea general del gobierno de Vizcaya cada dos años para votar. Los reyes católicos Fernando e Isabel juraron al pie de este árbol (1476) mantener los fueros de Vizcaya.
 
El roble que hoy existe es relativamente joven; se secó el antiguo el año 1811 y al que hoy le substituye se le cuida, respeta y venera como al primitivo. 
 
 
 

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