EL MADROÑO, ÁRBOL QUE CURA
Los sabrosos frutos del madroño contienen flavonoides, taninos, pectina y vitamina P que les confieren propiedades astringentes, antisépticas, antibacterianas, antiinflamatorias, cardioprotectoras, antioxidantes y hasta anticancerígenas. ¿Se puede pedir más?
Pues añadiremos que los nutrientes del madroño refuerzan el cabello y reducen su caída.
Con los frutos del madroño se pueden elaborar mermeladas y confituras deliciosas, que servirán para potenciar nuestra salud.
SINONIMIAS
Nombre Botánico: Arbutus unedo.
Castellano: madroñero, madroñera, madroña, madrollo, merodo, albo cera, alborocera, aborio.
Catalán: arboe, arbocer, arbocera, arboeó, alboreó, alborcer, alborcera, alboix, albrocer, alberconer, ambrocer, llipoter.
Eusquera: aagorri, gurrbiz, gurrbiski, gurrpitz, kurrpits, kurrpiti, gurrbiza, gurrguxi, gurrguxa, kurrkus, kurrkuts.
Gallego: hérbedo, érbedo, érvedo, érbedro, erbedeiro, erbedeira, bedreiro, vedreiro, bedeiro, morongueiro.
Portugués: medronheiro, érvedo, ervedeiro.
Francés: arbousier.
Italiano: albatro, corbezzolo.
Inglés: strawberry-tree.
Alemán: erdbeerbaum.
DESCRIPCIÓN
El madroño (palabra de origen incierto; según Corominas probablemente de raíz prerromana), es un pequeño árbol o arbusto de la familia de las ericáceas, que escasamente rebasa los 5 metros de altura.
La corteza, pardo rojiza, muestra placas ásperas y surcadas de grietas finas. Los brotes tiernos se hallan cubiertos de pelos glandulosos.
Sus hojas son elipticolanceoladas, coriáceas y lustrosas, de 5 a 10 centímetros de longitud. Agudas y de bordes aserrados. El limbo es muy brillante por el haz y glabro por ambas caras.
Las flores, blancas o cremosas, en ocasiones algo rosadas, presentan forma urceolada en panículas terminales más o menos péndulas. Tienen 5 centímetros de longitud.
Los frutos son de 2 centímetros de grueso con baya esférica, granujienta, de color rojo por fuera y amarillo por dentro. Maduran un año después de la floración, hecho que motiva la presencia simultánea de flores y frutos en el mismo árboL
HÁBITAT
Crece en los bosques de encinas y alcornoques, y en parajes rocosos, en especial en suelos descarbonatados y húmedos.
Prefiere las zonas bajas y las montañas poco elevadas. Sensible al frío es raro por encima de los 1.200 metros de altitud por lo cual no excede el piso mesomediterráneo.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA
Los madroños abundan en las costas mediterráneas e islas Baleares, aunque su área de distribución alcanza también los países atlánticos de Europa.
ÉPOCA DE FLORACIÓN
A finales del verano o principios otoño, dependiendo de las lluvias.
PROPIEDADES TERAPÉUTICAS
Es tradición que los frutos del madroño emborrachan y parece cierto, desde un punto de vista científico, porque cuando están maduros contienen más de un 0,50 por ciento de alcohol.
Además, las hojas y corteza contienen arbuterina, taninos, ácido galico y gaulterina.
Las hojas, frutos, ramas y corteza del madroño tienen propiedades hipoglucemiantes, hipocolesteremiantes, depurativas de la sangre, antiinfecciosas y astringentes.
También se atribuyó a los frutos del madroño el hecho de provocar fuertes dolores de cabeza. El doctor Andrés de Laguna, en Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos, dice sobre este punto:
"El fruto, aunque por fuera se muestra hermoso en extremo, comido hincha de ventosidades el vientre y produce gran dolor de cabeza".
BOTÁNICA OCULTA
Las hojas del madroño se consideraron antaño un remedio muy eficaz contra la peste. El agua destilada de las hojas, mezclada con polvos del hueso del corazón del ciervo, se daba a beber a los apestados y sanaban...
Algunos autores quieren ver en esta práctica el origen del escudo de Madrid. El oso y el madroño, que figuran en el escudo de la villa de Madrid, datan, según estudios fidedignos, del siglo XIII cuando Alfonso VIII concedió a los madrileños un fuero que les permitía disfrutar de las tierras y montes de su vecindad.
Ese mismo año comenzó un pleito entre el cabildo y el concejo por la posesión de ciertas tierras, pies de árboles, pastos, caza, etcétera. En 1222, tras veinte años de pleitos, se acordó que a la Iglesia corresponderían los pastos y las tierras y al concejo los pies de árboles, por esta causa se colocó al oso del escudo de Madrid, de pie, con las manos apoyadas sobre las ramas de un madroño, como símbolo de la posesión de los pies de árboles.
Para algunos historiadores se eligió el madroño para esta simbología debido al elevado número que había en la provincia de Madrid, pero para otros se hizo porque las hojas de este árbol formaban parte del remedio aludido, y Madrid, por su buen clima y aire, estaba libre de peste.
El madroño simbolizaría así a un Madrid sano. Esta teoría queda refrendada por las siete (número mágico) estrellas del escudo de la ciudad, símbolo de la pureza del cielo madrileño.
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