LOS MÉDICOS EN LA BIBLIA
El vocablo "médico" proviene probablemente de la palabra hebrea "rôphê", derivada a su vez de una raíz que significa "aliviar" o "calmar". Otra explicación de su origen es el que proviene del término árabe "raphâ" que significa "coser". Por lo tanto un médico sería "alguien que cose heridas".
La palabra "rôphê" aparece por primera vez en la Biblia cuando Jacob, el padre de José, es embalsamado por sus sirvientes:
"Mandó José a los médicos que tenía a su servicio a embalsamar a su padre"
(Génesis 50, 2)
En los proverbios de Sirá se pone de manifiesto que alrededor del 200 a.C. ya se tenía respeto por los médicos:
"Atiende al médico antes que lo necesites,
que también él es hijo del Señor.
Pues del Altísimo tiene la ciencia de curar,
y el rey le hace mercedes".
(Eclesiástico 38, 1-2)
La doctrina que sostuvieron los seguidores de Sirá. que dice que el médico es un instrumento en manos del Señor para cumplir el deseo divino, explica la contradicción aparente entre la predestinación divina y la intervención del médico. En Egipto, la medicina estaba muy desarrollada. Los israelitas, que pasaron un largo período allí, llevaron consigo estos conocimientos, y los médicos fueron respetados durante un tiempo. Sin embargo, en los siglos anteriores al nacimiento de Cristo, sin duda hubo fluctuaciones en la estima que se tenía a la práctica médica. Se dice que Asá, rey de Judá, (923-883 a.C.) en vez de pedir ayuda al Señor, la solicitó a los médicos:
"El año treinta y nueve de su reinado enfermó Asá
de los pies, padeciendo mucho de ello, pero tampoco
en su enfermedad buscó a Yavé, sino a los médicos".
( 2 Crónicas 16,12)
Pero la ayuda de los médicos no tuvo efecto porque el enfermo no había solicitado el apoyo de Dios. Tal concepto aparece también en un pasaje del Éxodo, en el que Dios es descrito como un sanador:
"Si escuchas a Yavé, tu Dios, si obras lo que es recto
a sus ojos, si das oídos a sus mandatos
y guardas todas sus leyes, no traeré sobre ti
ninguna de las plagas con que he afligido a Egipto,
porque yo soy Yavé, tu sanador."
(Éxodo 15,26)
La ley de Moisés tampoco resuelve con claridad si los gastos médicos deben ser pagados por el que causa una herida a otro:
"Si riñen dos hombres y uno hiere al otro
con piedra o con el puño, sin causarle la muerte,
pero de modo que este tuviere que hacer cama,
si el herido se levanta y puede salir apoyado en su bastón,
el que lo hirió, será quito pagándole lo no trabajado
y lo gastado en la cura."
(Éxodo 21, 18-19)
Lo anterior puede referirse al pago por los servicios de alguien que cure al herido, aunque no especifica si esa persona tiene que ser un médico. En el Nuevo Testamento, Jesús y sus discípulos son descritos como médicos que ayudan a los enfermos por medio de milagros. San Marcos alude a los médicos profesionales que no habían logrado curar a una mujer, que quedó a su vez curada con solo tocar las vestimentas de Jesús:
"Una mujer, que padecía flujo de sangre
desde hacía doce años
y había sufrido grandemente de muchos médicos,
gastando toda su hacienda sin provecho alguno,
antes iba de mal en peor..."
(Marcos, 5,25-26)
Asimismo, el propio san Lucas debe de haber sido médico:
"Os saluda Lucas, el médico amado y Demas".
(Colosenses 4, 14)
El reconocimiento de la necesidad de ayuda médica se percibe con las metáforas que usa Jesús, cuando se le pregunta por qué él y sus discípulos se sientan a la mesa con cobradores de impuestos y pescadores:
"No tienen necesidad de médico los sanos
sino los enfermos..."
(Lucas, 5, 31).
Más adelante, en la tradición hebrea, se asignó un médico al templo para atender a los funcionarios de las ceremonias, que tenían muchas molestias en los miembros inferiores debido a los innumerables lavados y al hecho de caminar con los pies desnudos.
En los tiempos bíblicos, el médico era a la vez cirujano y boticario. Si bien no participaban en los partos, que eran atendidos exclusivamente por las comadronas.
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