PLANTAS MÁGICAS

sábado, 15 de marzo de 2014

EL MUÉRDAGO: PLANTA MÁGICA Y MEDICINAL

 
 


El muérdago ha sido utilizado mágica y religiosamente desde los días de los antiguos druidas.

Algunas de las plantas y hierbas históricas empleadas con fines curativos adquirieron originalmente un renombre de curalotodo no tanto por sus inherentes virtudes terapéuticas como por sus influencias mágicas.



El muérdago vive explotando a su prójimo. Antes de decir como, hablemos de esta planta parásita, que vive… allí donde puede explotar a otras: en diversas rosáceas leñosas, en los álamos, en los arces, en las coníferas, etc. Se trata de un arbusto ramificado que se adhiere a la planta penetrando su corteza y echando firmes raíces en el espesor de la madera. Tiene ramas cilíndricas, de corteza verdosa; hojas coriáceas, agrupadas en parejas y persistentes; Sus flores son amarillentas, reunidas en cintas terminales, sus bayas contienen una sustancia gelatinosa. El nombre latino del muérdago, Viscum, se refiere a la viscosidad pegajosa de sus semillas.


Pasemos a ocuparnos seguidamente del mecanismo de supervivencia de la especie. Las bayas redondas del muérdago son un sabroso alimento para las avecillas ignorantes, que las vislumbran desde lo alto e inmediatamente bajan para picotearlas y comérselas. Los granos caen en tierra al mismo tiempo que los excrementos. En ella están condenados a la esterilidad, a menos que alguno de estos granos caiga sobre alguna rama del árbol; entonces comienza a germinar, emitiendo un filamento que al contacto con la corteza que lo alberga, se adhiere a esta como “un disco” de goma. Del centro del disco nace un nuevo filamento alargado, una especie de aguja que penetra en los tejidos subyacentes de la rama. A partir de este momento, el muérdago se ha asegurado su propia existencia. Se desarrolla explotando la rama y por consiguiente el árbol que la sostiene; echa ramas, flores, hojas y frutos. La aguja incrustada en los tejidos de la víctima se alarga cada año, a medida que la rama del árbol crece. Así pues, cada vez es más fuerte, más vigoroso.

Esta planta parásita produce hojas espléndidas, florece en primavera y sus frutos maduran con regularidad. Es un desafío a la naturaleza y no es eso todo. Alrededor del primer filamento surgen otros varios, se ramifican en otros sitios de la rama, dan nacimiento a nuevos retoños, y por tanto a nuevas vidas y a nuevos muérdagos.


De éste modo, paulatinamente, el muérdago explotador sustituye a las hojas y a las ramas de su presa; con sus ramificaciones parásitas, acaba por succionar directamente el alimento proveniente de las raíces del árbol. Vivirá cada vez más triunfante, cada vez más arrogante. ¿Qué es lo que tiene propio? Nada a parte de la nutrición de sus hojas verdes por la clorofila.


El muérdago está comprometido con la magia.


Según los antiguos y con fines mágicos, el muérdago debía ser cortado exclusivamente con la hoja de una espada o de una hoz, hoja ésta que forzosamente tenía que ser de oro y consagrada de acuerdo con un determinado ritual. Creían los druidas que esa planta parásita de los robles y las encinas (dos de sus árboles sagrados) era un remedio para todas las enfermedades que afligían a la humanidad, y la consideraban un don divino teniendo que recogerse con las ceremonias apropiadas en el sexto día (o a lo sumo en la sexta noche) de la sexta luna, después del solsticio de invierno, cuando empezaba el año para ellos.


Ciertos ocultistas enseñaban a desgajar la rama de muérdago con las manos a condición de haberlas lavado en el agua corriente de un foso o de un arroyo y luego secadas al aire para mantenerlas puras.
 
También se le atribuyen al muérdago, como talismán, propiedades milagrosas como asegurar la fortuna, el amor, la gloria. Para poseer estas propiedades, el talismán debe de estar formado por tres granos de muérdago engarzados en oro.




Se dice que sus propiedades de protección son enormes y sus hojas y bayas han sido utilizadas para proteger contra incendios y rayos, contra las hadas traviesas, las enfermedades, la mala suerte, las pesadillas y todo tipo de mal.
 
El muérdago también es una hierba de amor mágico y en un tiempo se creía que usado como un collar amuleto podía hacer que el mago portador se volviera invisible. Según las leyendas populares una cerradura se puede abrir mágicamente con muérdago cuando se les pone esta hierba encima y ayuda a la concepción cuando la mujer deseosa de tener hijos la porta consigo.
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El muérdago es una hierba tradicional del solsticio de invierno.
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Plinio afirmaba que no había nada más sagrado para los druidas que el muérdago y el árbol sobre el cual aquél se producía, con tal de que este fuera un roble:
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 “Escogen robledos por su propia cuenta, y no practican ninguno de sus sagrados ritos sin las hojas de estos árboles, de modo que puede suponerse sea por esta razón que son ellos llamados con la palabra de origen griego druidas; y todo muérdago que crece sobre los robles creen ellos que es enviado del Cielo y lo toman por una señal de que Dios mismo ha escogido este árbol. Esto, con todo, se encuentra raramente, pero cuando se ha hallado es objeto de una gran ceremonia. Llaman a la planta por un nombre que en su lengua significa “lo que cura todos los males”, y luego que han preparado debidamente la solemnidad y los sacrificios debajo del árbol, llevan allí a los dos toros blancos, cuyos cuernos son atados por vez primera. El sacerdote, vestido con una túnica blanca, sube al árbol y con un podón dorado taja el muérdago, que es recogido en una especie de saco o tela blancos; luego sacrifican las víctimas y rezan para que Dios bendiga su propio don en aquellos a quienes Él se lo ha otorgado”.


Los druidas atribuían al muérdago maravillosas virtudes curativas, y tras ponerlo con agua se distribuía el líquido a aquellos que lo merecían para beneficiarse de su acción protectora contra los malignos encantos de brujas y hechiceros. Además se creía que era un antídoto para los venenos. Durante la Edad Media, cuando era recogida por la generalidad de la gente, imperaba todavía la creencia de que si se cortaba la planta sin la debida reverencia el que la cogía sería castigado por su desatención.
 
A este respecto, existe una anécdota que nos cuenta el escritor británico Aubrey, refiriéndose a que algunas personas, en Norwood, cortaban el muérdago de un roble para venderlo a los boticarios de Londres y, mira por donde, “uno cayó enfermo poco después y, al cabo de poco tiempo, cada uno de los otros perdió un ojo, mientras que un individuo, temerario que se aventuró a ello, poco después, cayó del mismo roble y se rompió una pierna”.



El hecho es, que está más asociado a dar suerte que a quitarla. Después de coger el muérdago se acostumbraba a veces a cubrir las casas con sus ramas para que los espíritus del monte se guarnecieran entre ellas durante los vientos y las heladas del invierno.
 
Se utilizaba en toda Europa, especialmente en los países del norte.
 
Según una leyenda escandinava, el dios Baldur, el Apolo nórdico, fue hecho inmune por su madre Friga e invulnerable a todo daño producido por los cuatro elementos: aire, fuego, tierra y agua. Sin embargo, como quiera que Loki (el espíritu maligno) estaba enemistado con él, formó una flecha con una rama de muérdago (la cual procedía de uno de los elementos) y la dio a Hodr, la deidad ciega, quien arrojó la flecha a Baldur y le derribó. Los dioses decidieron que Baldur viviera y como reparación por el daño que él recibió, el muérdago fue dedicado a su madre Friga. Para impedir que la planta pudiera utilizarse contra ella, fue puesta bajo su absoluto control, en tanto que no tocara la tierra, en el imperio de Loki.
 
Se dice que de esto se originó la costumbre de colgar una rama de muérdago de las vigas y techos durante los días de Navidad para que cuando personas del sexo contrario pasaran por debajo de ella pudieran darse un beso de amistad y amor (sin complejos ni inhibiciones), con la seguridad de que la planta había dejado de ser un instrumento maléfico.




El eco de estas leyendas perduró hasta el siglo XVII, puesto que el botánico Clusius afirmaba que una ramita de la sagrada planta levada alrededor del cuello era un talismán contra los maleficios, siempre que no tocara la tierra después de haber sido separada del árbol. En Suecia hay una tradición según la cual un cuchillo con mango hecho de madera de muérdago evitaría los ataques de epilepsia. Para otras enfermedades un trozo llevado alrededor del cuello del paciente o convertida en anillo y ceñido al dedo, era igualmente efectivo.


Dice la tradición que la mujer que recibe un beso bajo el Muérdago en Nochebuena encontrará el amor que busca o conservará el que ya tiene. O si una pareja pasa por debajo de una puerta con Muérdago, deben besarse si quieren asegurarse la buena suerte.


El muérdago abunda en la montaña. Se coge en gran cantidad para utilizarlo en las fiestas navideñas y de fin de año… a título decorativo y como planta de buen augurio. También vale la pena señalar sus aplicaciones en el terreno medicinal. Se prescribe el muérdago como antiespasmódico e hipotensor, para todas las toses convulsivas, la gota, el edema. Los ganglios linfáticos.

En Andalucía, España, donde el muérdago que parásita los olivos daña a estos árboles de forma considerable, al muérdago lo llaman marojo. Y a la operación de limpiarlos de muérdago, desmarojar.







 

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